COLOMBIA: NEGOCIO DE FAMILIA
*Los nuevos narcotraficantes colombianos se exponen menos a los reflectores, evitan ser rastreados y monitoreados en sus ganancias
Ricardo Ravelo/CorresponsalĂas Internacionales/Grupo Sol Corporativo
(Tercera de cinco partes)
Bogotá. — “El Contador” habĂa visto peligrar el bajo perfil con el que se movĂa. Para evitar ser capturado creĂł un grupo de hombres armados —lo que bien podrĂa ser llamado un brazo ejecutor, al estilo de Los Zetas en MĂ©xico cuando formaban parte del cártel del Golfo— a quienes armĂł con un arsenal facilitado por el cártel de Sinaloa —sus socios— a fin de que combatiera a sus antiguos socios, quienes fueron abatidos.
“El Contador”, en otro tiempo, manejó las finanzas del “Frente 29” y la Columna Daniel Aldana de las FARC, de ahà le etiquetaron el apodo con el que hasta la fecha se le conoce.
No menos poderoso es “La Araña”, otro narcotraficante cuyo ascenso ha sido vertiginoso. SegĂşn sus antecedentes, empezĂł como intermediario entre la banda de Los Constru, que opera en el sur de Colombia, y las disidencias de Las FARC en Putumaya, pero traicionĂł al cabecilla de esta Ăşltima —conocido por el alias de “El Sinaloa”— para quedarse con su poderĂo y varios activos, entre otros, las rutas más importantes que en su momento abriĂł el guerrillero RaĂşl Reyes.
Cobijados por el anonimato, con ejĂ©rcitos y grupos de sicarios menos ostentosos, pero efectivos, y con nuevo esquema interno, el narcotráfico colombiano sigue a la cabeza en la exportaciĂłn de drogas hacia el mundo. En estricto sentido, nada ha cambiado: el negocio prevalece, pero actualmente los capos son más discretos y evitan, en la medida de lo posible, la violencia de alto impacto, como ocurrĂa en los tiempos de Pablo Escobar.
Los nuevos narcotraficantes colombianos se exponen menos a los reflectores, evitan ser rastreados y monitoreados en sus ganancias. En gran medida, este bajo perfil también fue posible que lo alcanzaran debido a que les cedieron a los narcos mexicanos el negocio del transporte de enervantes.
Otros paradigmas han cambiado en Colombia. El negocio monopolizado, por ejemplo; el deseo de volverse “Ăconos de la mafia” y la guerra contra el Estado, ya no existen. Además, cálculos estratĂ©gicos y cambios en el mercado de las drogas mueven hacia otros destinos las rentas del narcotráfico en Colombia.
No es todo: La violencia extrema se transformĂł —aunque no se ha terminado del todo— y ahora los capos, en su mayorĂa, han optado por una vida modesta y anteponen la fachada de ser empresarios exitosos o prĂłsperos ganaderos. A esto se debe que la organizaciĂłn Insight Crime —una de las más importantes que ha estudiado el fenĂłmeno del narcotráfico en AmĂ©rica Latina— denomine a los nuevos narcos como “Los Invisibles”.
Estas nuevas cĂ©lulas criminales —que a principios de este eran denominados “Los Baby cárteles”— tienen otras dinámicas. Antes, los viejos cárteles como MedellĂn y Cali tenĂan el control de toda la cadena productiva, desde la siembra hasta la distribuciĂłn.