MILLONARIOS VICTIMADOS: MASACRE EN CORDOBANES

*Fermín Esquerro devolvió dos pulseras de oro, seis estuches llenos de alhajas y mil 500 pesos en billetes de diferentes denominaciones

Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo

(Sexta y última parte)

Ciudad de México.— Macario Mondragón Borges fue ex federal y luego revolucionario a las órdenes de Francisco Villa, más tarde fue a prisión por falsificar timbres postales.

El albañil Alfredo Castro Araiza estuvo preso en Belem y Lecumberri por lesiones graves. David Rojas Valenzuela había escapado de la cárcel de Lecumberri.

A cada uno de los malhechores le tocaron 1,700 pesos y otra suma en monedas de oro y plata, así como joyas diversas. El multihomicida Reyes enterró su botín en Hidalgo, con ayuda de su amiga Esperanza de la Torres Larios.

“El Tigre” devolvió 50,000 pesos en alhajas: un prendedor de oro con 12 brillantes y un zafiro en el centro. Un par de aretes con zafiro al centro y 19 brillantes cada uno. Otro par de aretes en forma de moño, con dos brillantes. Un ahogador de platino y siete mil pesos en efectivo.

A Mondragón se le decomisaron una herradura de oro, rodeada de brillantes, un par de aretes de esmeraldas, un prendedor con brillantes y una pieza de ágata en forma de óvalo, todo con valor de 16 mil pesos en 1946.

Fermín Esquerro devolvió dos pulseras de oro, seis estuches llenos de alhajas y mil 500 pesos en billetes de diferentes denominaciones.

María Villar recibió el 8 de febrero de 1946, 208,366 pesos con 20 centavos. La Suprema Corte de Justicia confirmó una sentencia de 27 años de prisión para los hampones asesinos. El hombre de las manos “de garfio” abandonó la prisión en 1972.

Pasó sus últimos años en un albergue para presidiarios. El 18 de enero de 1963, murió la señorita María Villar Lledías y se supone que sus bienes pasaron a la beneficencia pública.

Las primeras noticias de la Revolución Francesa circulaban por el mundo, cuando el funcionario Joaquín Dongo y otras once personas fueron asesinados en su residencia de Cordobanes 13, hoy calle Donceles, de la ciudad de México.

Fue el 23 de octubre de 1789, los criminales descabezaron además a un perico, probablemente con la intención de que no los “denunciara”.

(El 23 de octubre de 1945, fueron asesinados los hermanos Ángel y Miguel Villar Lledías en República de El Salvador 66, también en el centro de la capital mexicana).

Un día después de la masacre en Cordobanes, el recio portón de roble que daba acceso a la finca 13 amaneció herméticamente cerrado, acudió la ronda y se avisó a la Acordada, especie de Santa Hermandad, que había sido creada para perseguir facinerosos por montes y caminos.

Fueron encontrados los cadáveres de doce personas, entre ellas Joaquín Dongo, ex albacea testamentario del virrey Bucareli.

Una investigación exhaustiva aclaró el crimen: los responsables fueron tres nobles españoles llamados Felipe María de Aldama y Bustamante, Baltasar Dávila Quintero y Joaquín Antonio Blanco. Se le condenó al garrote vil.

El 7 de noviembre de 1789, a los quince días de haber cometido la horrible matanza, los feroces hispanos subieron al patíbulo. El tablado se levantó en el Zócalo de la ciudad de México, medía tres varas de altura, para que la muchedumbre congregada en la plaza pudiera seguir los macabros detalles de la ejecución.

Los reos habían sido paseados por la ciudad sobre mula enlutada. Y fueron estrangulados por el verdugo. Los cadáveres quedaron expuestos en el Zócalo hasta las cinco de la tarde. Les habían cortado a los tres la mano derecha y estos despojos se clavaron con escarpias en el portón de la calle Cordobanes, varios días quedaron así las manos “para escarmiento y satisfacción de la vindicta pública”.

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