MEMO CALDERONI: LA DESAPARICIÓN DEL ‘AVISPÓN VERDE’
*“El Avispón Verde” desapareció en 1989 y nunca más se le volvió a ver. Sus hermanos Erick Dante, Héctor y Jaime Mauro fueron asesinados 15 días después
Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Quinta de siete partes)
Ciudad de México.- Uno de los asuntos que le valió incluso ser señalado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, fue el de los hermanos Quijano Santoyo.
A fines de diciembre de 1989, Francisco Flavio Quijano Santoyo, alias “El Avispón Verde”, ex comandante federal, estuvo a punto de ser detenido por varios de sus ex compañeros cuando llegaba al café “La Habana”, propiedad de su padre Francisco Quijano García, localizado en las calles de Bucareli, en pleno centro de la Ciudad de México.
El ex policía había sido instructor de tiro del FBI, sumamente diestro en el manejo de las armas y con capacitación y adiestramiento especial en diferentes disciplinas; de tal suerte que cuando intentaron detenerlo los enfrentó y mató a dos agentes federales y a un “madrina”.
González Calderoni fue designado por Ventura Gutiérrez para hacerse cargo del caso y creó entonces al Grupo “Tiburón” en el que figuraron como jefes Fernando Ventura Moussong, hijo de Florentino, y Miguel Ángel Silva Caballero. Todos ellos emprendieron una verdadera “cacería” de los miembros de la familia Quijano Santoyo.
Desde el día del tiroteo “El Avispón Verde” desapareció y nunca más se le volvió a ver. Sus hermanos Erick Dante, Héctor y Jaime Mauro fueron asesinados 15 días después. El 14 de enero de 1990, Francisco Quijano García, padre de “El Avispón”, fue secuestrado y tuvieron que transcurrir varios meses para que su cadáver apareciera dentro de la cisterna de una casa particular en San Juan de Aragón.
Inicialmente fue detenido Jaime Mauro y llevado a los separos de López. En ese sitio fue torturado a tal grado que le arrancaron casi la totalidad de los dientes con pinzas mecánicas, le quemaron todo el cuerpo con cigarrillos y lo golpearon tan brutalmente en el pómulo izquierdo que le provocaron el estallamiento y la expulsión del ojo.
El tormento cesó sólo cuando dio a los torturadores la dirección donde, supuestamente podía ser encontrado Francisco Flavio.
Casi un centenar de agentes salieron a Paseo de la Escondida, en el Fraccionamiento Ojo de Agua, Estado de México y tomaron por asalto la casa marcada con el número 1.
El informe oficial de la PGR, señaló que los tres hermanos Quijano Santoyo murieron al enfrentarse a los agentes, quienes se vieron obligados a repeler la agresión.
La versión de vecinos y familiares, señaló que llevaron prácticamente muerto a Jaime Mauro a la referida dirección y tras arrojarlo frente a la entrada principal, advirtieron que lo matarían si los demás miembros de la familia no salían con las manos en alto.
Las esposas y los niños de los Quijano fueron los primeros en salir y cuando lo hicieron Erick Dante y Héctor, que ya habían lanzado sus armas en señal de rendición, fueron acribillados. Seguidamente, Silva Caballero, alias “El Chicochangote” se dirigió hacia donde estaba tirado Jaime Mauro y lo remató de un tiro en la cabeza. Después vino el saqueo y la rapiña de los federales.
Nadie que se hubiera atrevido a matar a un federal podía seguir vivo, vociferaba el entonces poderoso e intocable González Calderón, quien se hallaba en el pináculo de su carrera.
Por la brutalidad de los elementos policiacos, el caso cobró relevancia y fue conocido no solo a nivel nacional sino internacional, ya que organizaciones defensoras de los derechos humanos de varios países, exigieron que se castigara a los culpables.
Paradójicamente, en corrillos policiacos se habla de un sinnúmero de casos similares en los que participó “Memo Calentoni”, que no fueron conocidos por la opinión pública y por lo mismo quedaron impunes.
A Calderoni también se le relacionó con el asesinato de la doctora Norma Corona Sapien y se dijo incluso que él había “puesto” a su amigo Mario Alberto González Treviño para que “cargara con el muerto”.
Durante su paso por la policía, había estrechado relaciones con los hermanos García Abrego, de quienes recibió, dijo uno de los testigos de cargo, no menos de 50 millones de dólares no solo por permitir el tráfico de droga, sino además por escoltar cargamentos a través de todo el país, hasta hacerlos llegar a los Estados Unidos.
Su último “triunfo”, en julio de 1992, fue la captura del narco Juan Manuel Pineda Trinidad, uno de los siete barones de la droga más buscados en América; sin embargo, su buena estrella comenzaba a eclipsarse.
Antes, en 1991, luego de que Javier Coello Trejo lo propusiera como agregado de la PGR en San Antonio, Texas, fue rechazado tajantemente por el gobierno de los Estados Unidos al señalarlo como uno de los principales protectores del Cártel del Golfo.
Los cambios registrados en la PGR y la llegada como procurador de Jorge Carpizo MacGregor, lo hicieron temer por su estadía dentro de la dependencia, por lo que el 15 de octubre de 1992 solicitó licencia como comandante de la PFJ y se fue a los Estados Unidos, acogiéndose al Programa de Testigos Bajo Protección de la DEA y se convirtió en informante de la agencia extranjera, pese a que siempre lo negó.
Sus presentimientos tuvieron fundamento.