LA MATAVIEJITAS: LA DAMA DEL SILENCIO
*Su primer defensor de oficio le aconsejó que “no volviera a declarar”, porque se necesitaba hacer creer en un trastorno siquiátrico pasajero, debido a traumas infantiles por maltrato materno
Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Segunda de siete partes)
Ciudad de México.- El caso es que en los últimos días de enero de 2006, se desató una guerra publicitaria, se destacó un video de Televisión Azteca, donde aparecía muy sonriente Juana Dayanara Barraza Samperio, quien parecía estar convencida de que jamás la atraparía la justicia capitalina.
El reportero le hizo preguntas obvias y la hidalguense contestó que “sí, que era ruda de corazón” y que de vez en cuando participaba en la lucha libre bajo el seudónimo de “La Dama del Silencio”, cobraba 500 pesos por combate, aunque aceptaba 300 cuando no tenía alternativa. Un día fue lastimada y se le recomendó retirarse de las luchas.
Los vecinos de la deportista dijeron después que “todos los días llegaba en taxi, al parecer el manejador tenía gran amistad con Juana, quizá no le cobraba, porque de la ciudad de México a Ixtapaluca el servicio no es barato, lo que cobraba en alguna lucha se le hubiera esfumado en pagos de pasaje”.
La expectación aumentó día tras día, alimentada por las exageraciones “normales” de diferentes medios de información: en una recámara tenía muchísimos recortes de periódico, por fechas, y se dice que llegó a reconocer que “de vez en cuando los leía”. Más tarde juró que no sabía leer ni escribir. Y llamaba la atención una pequeña imagen de la llamada “Santa Muerte”, entonces se dijo que era “fanática” en torno a esa creencia.
Su primer defensor de oficio le aconsejó que “no volviera a declarar”, porque se necesitaba hacer creer en un trastorno siquiátrico pasajero, debido a traumas infantiles por maltrato materno.
De esa manera, tal vez un juez penal sentiría pesar por la desventura de la “Mataviejitas” y probablemente la enviaría a tratamiento en alguna institución especializada… Lo que eventualmente le abriría las puertas de la prisión, si corría con suerte.
Y el abogado le hizo prometer “por su bien”, que no repitiera sus declaraciones iniciales, para que el proceso se llevara normalmente, por lo que respecta a los medios de información. Eso sí, que llorara de manera patética cada que recordara el deceso de su hijo, (un joven asesinado con un bate, a plena luz del día), y cuando los periodistas le preguntaran si sentía rencor contra su progenitora.
Una presunta analfabeta que al no tener dinero para alimentar a varios hijos, había sacrificado juventud y trabajo para sostenerlos, en combates de lucha libre y con la venta de palomitas y dulces diversos, en diferentes arenas de box y lucha libre, en el interior del país y en la ciudad de México. Para hacer creer eso funcionarían las escenas lacrimógenas…
La señora Barraza ha sostenido siempre que durante cuatro años, en su niñez, fue secuestrada por un “adulto” que la agredió sexualmente con mucha frecuencia, desde una vez que Justa Samperio “la cambió por tres cervezas” a otros tantos amigos de la progenitora alcohólica.