LA MATAVIEJITAS: LA ACLARACIÓN DE LOS CRÍMENES
*El periódico La Prensa denunció, el 15 de febrero de 2006, que había una extrañísima similitud en la aclaración de los crímenes de Juana Barraza Samperio y otro homicidio
Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Séptima y última parte)
Ciudad de México.- De manera un tanto increíble, para la Suprema Corte de Justicia las condenas de prisión vitalicia no están prohibidas por el Artículo 22 Constitucional, aun cuando su duración supere considerablemente el tiempo de vida de cualquier persona. No es fácil comprender estas situaciones.
Como para enredar más el asunto de la “Mataviejitas”, el periódico La Prensa denunció, el 15 de febrero de 2006, que había una extrañísima similitud en la aclaración de los crímenes de Juana Barraza Samperio y otro homicidio, perpetrado en diciembre de 1975, en la investigación se utilizaron “retratos hablados tridimensionales”.
El primer busto, en el caso ocurrido en Tláhuac, bastó para identificar sin duda a Matilde Soto con asombrosa rapidez. El segundo busto, de hace doce años, no funcionó para fines de reconocimiento oportuno de la “Mataviejitas”, —y viejitos— pero casi reproduce las facciones de la señora Soto.
Algunos observadores dijeron—según la versión de La Prensa, diario especializado en asuntos policiales–, que la técnica de escultura fue clonada indudablemente y otras personas fueron más allá, dijeron que “se trata de la misma obra, en plastilina, que en 1975 fue enviada al Museo del Crimen, que funcionaba en el Servicio Médico Forense”.
No solo el busto había desaparecido, también una lámpara de buró, cuya pantalla era de piel humana y ostentaba un tatuaje aparentemente ejecutado por un “criminal nazi”. La lámpara pertenecía al exdirector del Semefo, doctor Miguel Gilbón Maitret.
Los expertos dijeron que es el mismo busto, porque tiene el detalle de una diadema de las que acostumbraba usar… Matilde Soto, jamás la “Mataviejitas”. La obra fue realizada en 1975 por el ingeniero y escultor Antonio Tapia Hinojosa y el antropólogo físico José María Luján, sobre el cráneo de Matilde Soto, asesinada en diciembre de un balazo en el tórax.
En resumen, si el busto de hace doce años contiene un cráneo humano, puede ser de Matilde Soto. El retrato hablado tridimensional (?) se parece más a ella, quien sí usaba diademas, que a la vendedora de palomitas, Juana Barraza, quien nunca llevó diademas al matar a inocentes ancianos.