LA MATAVIEJITAS: EL MISTERIOSO ENCUBRIMIENTO
*El arresto casual de la “Mataviejitas” en Ciudad de México, sirvió para camuflar el encubrimiento siniestro de una verdad oficial
Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Primera de siete partes)
Ciudad de México.- El arresto casual de la “Mataviejitas”, festinado y disputado hace doce años por las autoridades de la ciudad de México, sirvió para camuflagear el encubrimiento siniestro de una verdad oficial: las víctimas “comprobadas” no fueron 17, sino más de 80 (hombres y mujeres), de acuerdo a una estadística del INSEN, ahora Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores.
Esa lista de “más de 80 víctimas” siempre estuvo a disposición de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal (ahora ciudad de México), pero extrañamente, nadie la solicitó.
Los detectives comisionados para averiguar todo lo relativo al asesino en serie, (cuya existencia solo fue aceptada hasta que Juana Dayanara Barraza Samperio fue detenida en la Colonia Moctezuma, el 25 de enero de 2006), eran frenados cada que alguno intentaba acercarse a la sede del INSEN, ahora INAPAM, donde presuntamente eran provistos de datos precisos los criminales.
El investigador Fernando Ortega Pizarro, de la Revista Contralínea, uno de los pocos reporteros que no se fueron de bruces en 2006 con los boletines oficiales, entrevistó a Renato Sales Heredia, subprocurador de Averiguaciones Previas Centrales de la Procuraduría correspondiente…Y como era de esperar, Sales Heredia desmintió que la captura de Juana Dayanara Barraza Samperio, “La Mataviejitas”, hubiera sido una casualidad, “sino resultado de una investigación muy acuciosa, de la confección de un busto muy similar al de ella, además de la coordinación de 400 elementos de la policía preventiva en las principales delegaciones donde ocurrían los crímenes”.
El subprocurador no consideraba tardía la investigación, pues “no se podía hablar de homicidas seriales cuando, desde 1942, con Goyo Cárdenas, no se había dado el caso y no se tenía un elemento integral que resultó ser la huella digital de la Mataviejitas”.
(Obviamente, Sales Heredia no aceptó ante Fernando Ortega Pizarro que las autoridades consideraban “técnica rezagada” la confección de un busto en arcilla o plastilina, que se parecía supuestamente a Barraza Samperio, cosa imposible cuando ni los llamados “retratos hablados” eran similares).
–Pero a Mario Tablas Silva lo acusaron (en la Procuraduría) de un crimen que no cometió. El procurador Bernardo Bátiz lo reconoció, pero el juez ya había emitido la sentencia e incluso un tribunal la ratificó—dijo Ortega Pizarro.
–Es probable, nadie está diciendo que nuestros investigadores son perfectos. Errores se cometen y hay que asumir la consecuencia de esos errores y plantearlos. Pero los errores no sólo los cometió, si a esas vamos, la Procuraduría, sino los jueces—concluyó el licenciado Renato Sales Heredia.