EL CASO POSADAS: EL “ASESINATO DE UN CARDENAL”
*Cansado del demencial comportamiento del religioso, Jorge Carpizo McGregor pidió directamente a Juan Pablo II “disciplinar” al cardenal de Guadalajara
Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Tercera de seis partes)
Ciudad de México.— Cuando se escribió el libro “Asesinato de un Cardenal”, los autores se dieron cuenta de que todo el que quiso y pudo se lanzó a ver que usufructuaba sobre el cadáver de Posadas. Grandes personajes, medianos personajes, gánsteres, delincuentes, todo mundo que tuvo oportunidad…
Humberto Rodríguez, “La Rana”, principal sicario de los Arellano Félix pidió dinero al Grupo Jalisco y le dijeron que “eso solo lo podía autorizar el cardenal. Por lo pronto, lo sacaron de Almoloya y lo mandaron a Tlaxcala, no obstante estar sujeto a siete procesos. Hay testimonios sustentados en pruebas que están en el expediente”.
En cambio, se dijo que “el asesino del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo estuvo siempre en casa, pues desde la Procuraduría General de la República se ordenó el asesinato del prelado, ya que este contaba con documentación que comprometía a Carlos y Raúl Salinas de Gortari, involucrados en el narcotráfico”.
Era la tesis de Sandoval Iñiguez según el reportero Javier Divany Bárcenas, de El Universal Gráfico. En junio de 2001.
El escándalo nuevamente se daba contra los Salinas, luego de que el cardenal Juan Sandoval Iñiguez acudiera a Roma para entregar un documento en el Vaticano en el cual señalaba que el homicidio de Posadas Ocampo “fue un crimen de Estado”.
Entre los presuntos responsables de haber ejecutado y orquestado una confusión (¿?) por la balacera llevada a cabo entre dos grupos de narcotraficantes, en el aeropuerto de Guadalajara, aquel mayo de 1993 , se encontraban el exfiscal antidrogas general Jesús Gutiérrez Rebollo y Jorge Carrillo Olea, aunque no se habían mencionado los nombres de los responsables que mencionaba Sandoval Iñiguez.
De acuerdo con el diario Il Giornale el documento presentado por Sandoval advertía que “un alto oficial antinarcóticos, que no ha sido identificado (¿?), fue quien convocó a dos grupos de narcotraficantes y en medio quedó el cuerpo sin vida del arzobispo”.
Pero el fanático jalisciense iba más allá: el primer grupo convocado habría cumplido con el homicidio, el segundo coordinado por el jefe policiaco habría cubierto a los sicarios y un tercer grupo (¿?) habría aislado la zona…
Mínimo, las autoridades calificaban sigilosamente a Sandoval como perturbado y como remoto aspirante a suceder a Juan Pablo II…y se lamentó que de un total de 140 balas disparadas aquella tarde de mayo de 1993, once acribillaron al religioso.
Cansado del demencial comportamiento del religioso, Jorge Carpizo McGregor pidió directamente a Juan Pablo II “disciplinar” al cardenal de Guadalajara, a quien su círculo más cercano ya lo nombraba Juan XXIV…
Isabel Zamorano, de El Sol de México, añadía el 5 de junio de 2003, que, según el exprocurador, “Sandoval debía conducirse de acuerdo con la verdad y la moral, pues había dañado arteramente a México y ponía en tela de juicio la honorabilidad del Episcopado Mexicano”.
El doctor Carpizo solicitó también al Papa que disciplinara al cardenal para que terminara con las bajezas morales en que había incurrido y no siguiera lucrando con la justicia y la fe, tomando como pretexto la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
También denunció Carpizo que Sandoval mantenía la tesis del complot para llama la atención sobre su persona en el proceso de sucesión del Papa Juan Pablo II.
La Iglesia Católica estaba sufriendo la politización y las mentiras del caso, pues “muchos sectores de la sociedad se informan, ponderan y concluyen, no se les puede engañar y se dan cuenta de lo que sucede”.
La carta, difundida en la ciudad de México, precisa que la prueba del complot que promovía Sandoval, cabeza del grupo Jalisco, de la cual se habían presentado 17 diferentes y contradictorias versiones no cuenta con pruebas. Las que aportaron fueron obtenidas con entrega de dinero, bienes y beneficios a los testigos, “muchos de éstos con trastornos mentales que, se ha comprobado, han presentado declaraciones inducidas”.
El grupo Jalisco, dijo Carpizo McGregor, había venido visitando a narcotraficantes en las cárceles para convencerlos de que “declararan a favor de la tesis del complot y atacaran al exprocurador sin misericordia”.
Los promotores de esa tesis habían usurpado funciones constitucionales que pertenecen en exclusividad al Ministerio Público y mintieron en sus declaraciones ministeriales y a los medios de comunicación.
El testimonio de los obispos jurista Luis Reynoso, (ya fallecido en 2003), y el arzobispo de Chihuahua, José Fernández Arteaga, representantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano, coincidía con el de los cuatro procuradores generales de la República, en que no existen pruebas que fundamenten el complot y que los testigos presentados para sustentarlo son inverosímiles, falaces, “los miembros del grupo Jalisco pasan por alto la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia, así como lo han hecho con los principios éticos de la comunicación: la sinceridad, la honradez y la verdad”.
Sólo en la mente de un escritor de ciencia ficción puede desarrollarse la fantasía de conjurar tres grupos de delincuentes enemigos (entre sí, actuar) organizados, y aparentar un enfrentamiento para que el supuesto y no probado tercer grupo homicida ejecute el crimen y de paso también maté a dos de los elementos de la banda del “Chapo” Guzmán, se dijo.
Al paso del tiempo y con lamentable obsesión de políticos locales, principalmente por el fanatismo del religioso Juan Sandoval Iñiguez, a quien no le desagradaba que sus amigos le llamaran “Juan XXIV”, (se aproximaba el retiro del Papa Juan Pablo II), la extraordinaria investigación realizada por la PGR (hoy Fiscalía General de la República) en menos de un mes, averiguación de la que surgió la hipótesis mejor fundamentada en pruebas y solamente pruebas, (El Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue victimado en medio de un tiroteo entre bandas de narcotraficantes), fue ridiculizada y combatida inútilmente hasta ahora.