EL CAOS PETROLERO

*Si la corrupción en Petróleos Mexicanos se hubiera combatido al estilo Singapur, funcionarios, líderes, trabajadores, empleados, proveedores y clientes, aparte sus cómplices en la alta burocracia, habrían sido fusilados sin titubeo alguno 

Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo

(Primera de seis partes)

Ciudad de México.— Si la corrupción en Petróleos Mexicanos se hubiera combatido al estilo Singapur, funcionarios, líderes, trabajadores, empleados, proveedores y clientes, aparte sus cómplices en la alta burocracia, habrían sido fusilados sin titubeo alguno.  

Como ni remotamente se hizo, el abuso general rebasó límites que, a poco menos de 81 años de la expropiación petrolera, ha superado los mejores tiempos del gangsterismo en Estados Unidos.  

Pocos sabíamos que gran parte de las indemnizaciones que México se obligó a entregar, por ejemplo, a las empresas petroleras afectadas, entre ellas “El Águila”, “Standard Oil” y grupo “Sinclair”, en realidad fueron a parar a manos de funcionarios mexicanos que, sabedores de las negociaciones previas, adquirieron baratas las acciones y con el convenio principal se enriquecieron al recibir pagos obligados y exagerados con altos intereses desde 1938.  

El profesor Jesús Silva Herzog, en su “Historia de la expropiación de las empresas petroleras”, aseguró que el relato sería muy severo para quienes celebraron el Convenio Petrolero, contrario al interés de la nación”.  

Las escritoras Carmen Anderson y Marcela Grossgerge preguntaron editorialmente: “El oro negro, ¿riqueza o destrucción? Y denunciaron la venta de plazas, un subsidio a los industriales de Monterrey por 125 millones de pesos anuales en la venta de gas, que el gas se quemaba en el aire a falta de tubería, transporte o tanques especializados para llevarlo a los lugares de consumo.  

Y que en las nóminas de Pemex se incluyeron salarios y prestaciones altísimas, algunas jamás devengadas. En 1958 la Subdirección General se dividió en tres subdirecciones especializadas y en seis gerencias.  

En 1970 las seis gerencias, a su vez, se dividieron en veinticinco gerencias y jefaturas, creció el aparato burocrático y se aumentaron sueldos y prestaciones. El “compadrazgo” propició las “órdenes superiores” que permitieron la creación constante de nuevas oficinas para “recomendados” con altísimos sueldos, pero ineficaces en el trabajo.  

El entonces líder sindical Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, declaró al entonces candidato a la Presidencia de la República, licenciado José López Portillo, que Pemex tenía más de 4,000 personas de confianza “que sobraban y Pemex no debía ser refugio de “aviadores” y recomendados políticos”. Los ingresos producidos por el aumento de la gasolina se repartieron entre ellos y no fueron aplicados, dijo Hernández, “para ser reinvertidos en la propia industria, sino para aumentar, junto con los precios, la corrupción existente desde hace muchas décadas”.  

Al tomar posesión un 2 de diciembre como director general de Pemex, el ingeniero Jorge Díaz Serrano afirmó que urgía “moralizar Petróleos Mexicanos”, porque era necesario limpiar la casa, ya que se “jugaba la suerte no solo de la industria, sino de México”.  

Pero el 31 de diciembre de 1976, Díaz Serrano negó en forma categórica tener conocimiento de mafias incrustadas en Pemex y “la corrupción que en forma continua le ha sido achacada a la misma empresa”. 

Marcela Grossgerge y Carmen Anderson dijeron que el 6 de enero de 1977 se publicó la existencia de una carrera por las plazas de Pemex, y que un obrero perforador obtenía mensualmente más dinero que  un investigador universitario o un alto técnico egresado de la UNAM o del IPN, que existían cerca de 100 mil obreros sindicalizados, 30,000 eventuales… Y el senador veracruzano Sergio Martínez Mendoza negó que en Pemex existieran intereses de la burguesía y empresas transnacionales, a la vez que aseguraba que no había desperdicio de recursos humanos en dicha empresa.  

-Quienes laboran en Petróleos Mexicanos, son buenos mexicanos y están al servicio de la industria, del país y del petróleo. Falsean la verdad quienes afirman tal cosa, puesto que los individuos seleccionados para trabajar en una industria tan importante como Pemex, tienen el deseo de servir a México- concluyó. 

Indicaron las escritoras Anderson y Grossgerge que “al frente de Pemex se encontraba, al decir de la voz del pueblo, un hombre que era de toda la confianza y afecto del licenciado José López Portillo”. 

Deja una respuesta

Botón volver arriba