Diario Ejecutivo

*El henequén tiene futuro… En Tanzania
*Hoy sería clave en el nearshoring automotriz
*Banqueros, crédito, UE, fideicomisos, turismo
Roberto Fuentes Vivar/Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
Uno de los primeros programas del neoliberalismo en México fue aniquilar la industria henequenera, que en 1984 daba empleo al 30 por ciento de la mano de obra del campo yucateco, para instalar maquiladoras en una amplia zona de esta entidad.
Cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari decidió desmantelar esa industria, no pensó que años más tarde, en este siglo XXI, el henequén tendría un renacimiento en otras partes del mundo por el boom fibras naturales.
De hecho, hoy esa industria podría significar un valor agregado adicional al “nearshoring” automotriz (o relocalización de empresas) porque el henequén puede servir de base para la fabricación de tableros, asientos o para interiores automotrices substituyendo autopartes a derivadas de combustibles fósiles.
Pero México se encuentra prácticamente fuera de la industria henequenera por una decisión neoliberal, que privatizó la empresa estatal Cordemex y vendió sus activos a precios ridículos, en operaciones no exentas de fraudes y escándalos.
Los que sí están aprovechando el boom (que apenas comienza) del henequén son países como Tanzania (qué buena parte de su economía depende de ese agave), Angola, Brasil, China, Cuba, Haití, Indonesia, Kenia, Madagascar, Mozambique, Sudáfrica. Tanzania y Tailandia.
El henequén es un agave originario de México (de aquí se lo llevaron a África y Sudamérica) que generó una riqueza inimaginable durante el siglo XIX y hasta mediados del XX, al grado de que llegó a haber casi tres mil haciendas en donde practicaban la esclavitud para surtir de cuerdas y cordeles a todo el mundo.
Incuso hubo han empresa estadounidense (la Harvester) que monopolizó el mercado mundial de la fibra y durante el porfiriato los hacendados hicieron enormes fortunas por controlar totalmente la producción global de la fibra.
En 1984, cuando comenzó el desmantelamiento de la industria henequenera había 250 mil hectáreas del agave, 10 años después se había reducido a menos de la mitad (90 mil hectáreas) y actualmente es casi nula la producción, al grado de que a principios de este siglo se tenía que importar desde Brasil para satisfacer las necesidades locales.
La idea neoliberal era que las fibras naturales estaban destinadas al fracaso por el auge de las sintéticas, por lo cual estimularon que en la zona se instalaran maquiladoras para que en ellas encontraran trabajo los henequeneros desempleados. Sin embargo, según un estudio publicado por el Banco Nacional de Comercio Exterior en esa época, “de 1985 a 1998 se establecieron 111 plantas maquiladoras en Yucatán que dieron empleo a casi 25 mil personas. De los 62 municipios de la zona henequenera, hasta diciembre de 1998, en sólo 24 de ellos se habían establecido 41 plantas maquiladoras, dando empleo a nueve 941 personas”. Es decir que la mayoría estaba en la capital yucateca, provocando una mayor centralización en Mérida.
Buena parte de los activos de Cordemex fueron vendidos a Tejidos de Henequén de Yucatán, empresa que luego se llamó Tejidos Naturales, concretamente a Juan Macari Casares, en 1992, en el equivalente a dos millones 200 mil pesos, incluyendo dos desfibradoras, pero no los terrenos de la empresa, los cuales han sido utilizados para crear nuevos fraccionamientos, para el enriquecimiento de la casta divina y la casta beduina.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se requieren alrededor de 300 mil toneladas anuales de henequén para satisfacer la demanda. México llegó a producir esa cantidad, pero ahora Brasil es el líder mundial con 120 mil toneladas (de las que exporta 100 mil), le siguen Tanzania (30 mil y Kenia (25 mil).
La última vez que estuve en Mérida me sorprendió que el henequén ya entró (aunque de manera muy incipiente) a la competencia de las bebidas de agave y estaban haciendo una especie de mezcal.
Actualmente hay algunos esfuerzos por retomar la producción de henequén. Por ejemplo una empresa yucateca está promoviendo el uso de la fibra para, en conjunto con fabricantes italianos, sustituir polipropileno por henequén en las partes termo-formadas de autos, como son puertas, asientos, tablero, consolas de vanidad y otros accesorios.
También existen esfuerzos del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) por encontrar nuevos usos del henequén, que van desde plantas más grandes y resistentes, su uso industrial y como alimento de ganado, hasta la producción de combustible, concretamente bioetanol.
A nivel nacional, la incorporación de la fibra de henequén también se presenta en productos que ayudan al aseo personal, propios de hoteles boutique, donde la fibra ya tienen un mercado comercial y no precisamente artesanal.
Actualmente, se calcula que hay unos tres mil productores que aún cultivan el agave, pero la extensión es de apenas tres mil 600 hectáreas, con una producción que asciende a menos de siete mil toneladas.
Lamentablemente, después del desmantelamiento de la industria henequenera, esta fibra, como todas las naturales, se encuentra en un proceso de renacimiento; pero México casi no participa. Hay muchas posibilidades de inversión. Por ejemplo en Cuba científicos encontraron la fórmula para elaborar detergentes a base del jugo del henequén y desde luego, ahora con el boom de las energías limpias, podría producirse bioetanol automotriz.
De hecho, aun en materia de autos, el país está llegando tarde, pues desde hace más de 20 años, la empresa automotriz alemana Mercedes Benz compra henequén a Tanzania para la producción de tableros automotrices.
Lamentablemente, ya es tarde, aunque quizá todavía estamos a tiempo de que con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y tecnología y con la participación de empresarios (que arriesguen capitales en espera de ganancias futuras y no producidas por corrupción), el henequén pueda ser parte del nearshoring automotriz. Ojalá
Dice el filósofo del metro: lo que el neoliberalismo mata, con nacionalismo puede resurgir.