DEBACLE INMINENTE
*Beltrones sabía que venía la debacle y, según se pudo saber, él mismo sugirió al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que era urgente y necesario proceder penalmente en contra de algunos gobernadores porque el riesgo de perder las gubernaturas era inminente
*Ante el catastrófico panorama que se veía venir con los caóticos y escandalosos mandatos de Javier Duarte, y Roberto Borge, ambos acusados de saqueo, desvíos de recursos, enriquecimiento inexplicable se debían tomar decisiones desde la cúpula priista
*El gobierno de César Duarte atraía los reflectores tras ser acusado de desviar dinero público para el PRI y para su bolsa. Mediante una decisión dictatorial ordenó descontar a los empleados del gobierno 200 pesos quincenales
Ricardo Ravelo/La Opinión de México/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/Sol Chiapas/Sol Belice/La Opinión de Puebla
(Segunda de cinco partes)
Ciudad de México.- Lo curioso de todo es que en la elección del 2016 el PRI perdió siete gubernaturas, entre otras, las de Veracruz, Tamaulipas y Chihuahua –de donde se desviaron recursos públicos– y fue a Beltrones a quien le atribuyeron los descalabros electorales; sin embargo, en su momento el exsenador de la República reviró y dijo que la causa de la derrota del PRI tuvo que ver con los escándalos de corrupción de algunos gobernadores y, sobre todo, a los malos gobiernos que encabezaron, lo que hizo insostenible la posibilidad de triunfo real.
El problema de la corrupción política fue un tema trascendental en los diagnósticos del PRI: Poco antes de que arrancaran las campañas políticas, Beltrones sabía que venía la debacle y, según se pudo saber, él mismo sugirió al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que era urgente y necesario proceder penalmente en contra de algunos gobernadores porque el riesgo de perder las gubernaturas era inminente. Y algo peor: El escenario para el 2018 se tornaría harto, complicado.
Paralelamente, Beltrones también denunció otro grave problema: Que el narcotráfico estaba detrás de muchos candidatos priistas, particularmente en Tamaulipas, tierra de nadie, donde los cárteles del Golfo y Los Zetas ya habían entrado
En arreglos con los abanderados de ese partido. Beltrones pidió el relevo de los abanderados priistas porque, dijo, no vamos a permitir que el crimen organizado se infiltre en las campañas. Pero de nada valió el llamado.
Peña Nieto habría escuchado, un tanto preocupado, la propuesta de Manlio Fabio Beltrones. Ya eran un verdadero desastre los gobiernos de Javier Duarte, escandalosa la gestión de Roberto Borge, ambos acusados de saqueo, desvíos de recursos, enriquecimiento inexplicable.
Javier Duarte se ufanaba en Veracruz de haberle entregado a Peña Nieto cerca de tres mil millones para su campaña y se sentía intocable; Borge, desde Quintana Roo, despilfarraba el erario, vendía los terrenos de más alta plusvalía a precios irrisorios y beneficiaba a sus familiares con cientos de hectáreas cuyo atractivo más importante era su ubicación frente al mar Caribe.
De igual forma, el gobierno de César Duarte atraía los reflectores tras ser acusado de desviar dinero público para el PRI y para su bolsa. Mediante una decisión dictatorial ordenó descontar a los empleados del gobierno 200 pesos quincenales. El dinero iba a parar a las arcas del PRI y sus principales colaboradores se despachaban con la cuchara grande en medio de aquel millonario festín, la danza de los millones, la locura gubernamental.
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