CASO COLOSIO: «YO TAMBIÉN SÉ LO QUE ES PERDER A UN HIJO»

*José Luis, el hermano menor del asesino confeso de Luis Donaldo Colosio, admite que le regaló un arma a Mario Aburto Martínez

Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo

(Quinta de seis partes)

Tijuana.- Son las 8:45 de la mañana del 30 de marzo, la madre Antonia estaciona la camioneta blanca Suburban enfrente a la entrada principal de la penitenciaría. A su derecha viaja una mujer que esconde el rostro detrás de su mano izquierda. No quiere ser reconocida y, al descender, mantiene la cabeza baja. Inútil esfuerzo: ya ha sido identificada. Es María Luisa Martínez, la madre de Mario Aburto Martínez. Le acompaña el menor de sus hijos: José Luis Aburto, el “Nene”.

La madre Antonia –directora de la casa campos de San Miguel, donde se han refugiado los familiares del presunto homicida- camina velozmente entre los reporteros y dirige a sus acompañantes hacia el salón de juntas.

El pequeño grupo es rápidamente asediado por los periodistas. Al ver aproximarse a las cámaras fotográficas y de televisión, grabadoras y micrófonos, la señora María Luis contrae el rostro en una expresión de angustia y exclama en voz baja, apenas audibles: “¡En la madre!

Y llora, ya, antes de que los reporteros disparen la primera de una serie de preguntas que vienen como una cascada.

Se escucha su voz tartajeante:

-Estoy muy lastimada por la muerte del señor Colosio… Porque yo también soy mexicana y sé lo que es perder a un hijo.

  • ¿A qué se refiere, señora?

-A que ahora he perdido a mi hijo Mario.

  • ¿Cuál cree que haya sido el motivo de su hijo para matar a Colosio?

-No lo sé. Desconozco por qué asesinó a Colosio. Mario era un muchacho muy tranquilo.

Se atropellan los reporteros en sus preguntas simultáneas:

¡Cuál era su relación con su hijo! ¿Lo conocía bien?

Y la señora responde, siempre con la voz entrecortada por el llanto:

-Sí, señor, ya lo dije: era un muchacho muy tranquilo. Nada más se dedicaba a trabajar y por eso platicábamos muy poco. Él salía de trabajar a las dos de la tarde y luego se ponía a ver la televisión y a leer. Nunca lo vi que fuera a otra parte. No dormía fuera de casa. Era un hijo bueno, muy tranquilo; no fumaba, no bebía… No nada.

  • ¿Alguna vez viajó su hijo a Chiapas?

-No, nunca. Él nunca salió de donde vivía conmigo. Nunca se separó de mí. Que Dios me perdone, pero yo eché mentiras allí –había dicho que, durante algún tiempo, su hijo la había abandonado-. Yo temía la verdad, pero era cierto que mi hijo vivía conmigo. No conocía a sus amigos, no sabía que tenía novia… Nadie lo buscaba.

Brota en el interrogatorio el tema del baúl en el que fueron encontrados diversos escritos y documentos de Mario Aburto.

  • ¿Por qué entregó ese baúl a otra persona?

Doña María Luisa, atribulada:

-Porque hay muchos delincuentes, allí que queman las casas y los papeles y se llevan todo lo que tiene uno.

  • ¿Qué contenía el baúl?

-Papeles míos. No sé si había de él porque no sé leer.

Se angustia la señora. Se tapa el rostro. Llora. Suplica:

-Ya no más… Ya no me pregunten más, por favor… Ya no quiero saber nada… Por favor déjenme en paz.

Interviene la madre Antonia. Secamente, anuncia que “la conferencia de prensa ha terminado”.

La madre de Mario Aburto es conducida al privado del director del penal. Cuando sale son las 11:25 horas… Allá va doña María Luisa llorando y con la mano izquierda cubriendo su cara.

SU HERMANO LE REGALÓ UN ARMA

José Luis, el hermano menor del asesino confeso de Luis Donaldo Colosio, admite que le regaló un arma a Mario Aburto Martínez, «pero no sé si es la misma que utilizó en Lomas Taurinas».

Con el pelo casi a rape -tiene apenas un mes que salió de la prisión bajo fianza por agresiones- y bigote tupido. Dice que se parece un poco a su hermano. Viste pantalón de mezclilla blanca y una camisa color marrón.

No conocía nada de los escritos de Mario”, señala a modo de explicación. Agrega: “Lo único que leía era sobre mecánica”. Habla en voz alta, para darle más énfasis a su defensa: “Es muy callado y nunca hacía comentario alguno sobre lo que hacía fuera de casa”.

Mientras su madre es consolada por parientes y amistades, conversamos en el “Nene”, como le apodan. “Mario nunca quiso decir si tenía simpatía por algún grupo o partido político, porque nunca hablaba al respecto”, dice.

-Supimos que la Procuraduría General de la República lo interrogó en relación con el arma que usted tenía desde hace dos años. ¿Qué nos puede decir al respecto?

-Esa pistola la compré hace tiempo para defenderme. Ya me habían asaltado dos veces en mi trabajo como chofer y vendedor de agua.

¿A quién se la compró?

-A un narco.

¿Del otro lado, de Estados Unidos?

-No, aquí en Tijuana, en la colonia Buenos Aires.

  • ¿Hace cuánto tiempo?

-Pues ya hace mucho. Como dos años…

  • ¿A su hermano le gustan las armas? ¡Esa pistola se la dio usted!

-A él no le gustaban, pero me pidió una. Y sin preguntar el día, la mía. No sé si sea la misma que utilizó

  • ¿Qué piensa, qué siente por su hermano?

-Pues, siento lástima. No estuvo bien lo que hizo. Que Dios lo ayude.

  • ¿Cuándo fue la última vez que vio a su hermano?

-Fue hace dos meses, en casa de mi mamá.

La madre Antonia le llama. La entrevista se interrumpe. Regresa para despedirse y agrega finalmente: “Pues si tiene la culpa, que lo castiguen”.

Deja un comentario

Botón volver arriba
A %d blogueros les gusta esto: