CASO COLOSIO: MARIO ABURTO SE SALVÓ DE MORIR

*Yo creo que Mario actuó solo, ya que si hubiera recibido una cantidad millonaria habría tenido el arma cargada para detonar todas las balas y no solo disparar dos.

Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo

(Cuarta de seis partes)

Tijuana.- Enrique Ortiz lo dice con furia en su mirada: «Ojalá y se hubiera matado ese cabrón en el accidente que tuvo a principios de año… Así no hubiera llegado a hacer lo que hizo».

Ortiz -cuñado de Marcelino Martínez, el tío de Mario Aburto– es dueño de una casa de dos pisos que, a principios de año, rentó a Marcelino. Aburto Martínes, sufrió allí un accidente que pudo haber sido fatal.

Lo recuerda Ortiz:

-Yo le presté a mi cuñado una casita que tengo aquí en la colonia Buenos Aires. Cuando me la estaba entregando porque se cambiaba a otro lugar, Mario vino a ayudarle y tuvo un grave descuido: se olvidó que al salir de la planta alta no había barandal y se vino para abajo. Cayó de espaldas sobre algunos artículos domésticos que amortiguaron su golpe. Se paró muy resentido. Nosotros prensábamos que se había roto la columna. Pero se salvó el recabrón.

-¿Es cierto que trabajó para usted en la empresa soldadora Servicios Britania?

-¡No, qué va! Él nunca trabajó para mí… Dios me libre.

Y comenta sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio:

-Yo creo que Mario actuó solo, ya que si hubiera recibido una cantidad millonaria habría tenido el arma cargada para detonar todas las balas y no solo disparar dos.

Agrega con tono de sarcasmo en la voz:

-Me dio risa que su padre dijera que Mario es inocente. Cómo puede ser si no lo está viendo, si él ya confesó. Fíjese nomás; su hermano menor, José Luis, nomás porque un día alguien le chuleó a la esposa cerca de la casa, salió con un bate de beisbol y medio mató al sujeto. Imagínese, si ese es el más chico, ¿qué habrá los grandes? Y ve lo que hizo el papá: ¿no mató a su propio hermano?

HERRERO ANTES QUE HOMICIDA

En la colonia Buenos Aires, en la que parece ser la calle principal, se encuentra una herrería. El encargado es Alfonso Nava Jiménez. En este lugar trabajó Mario Aburto una semana en 1993.

«Aquí era muy ordenado -dice Nava Jiménez-. Le gustaba el trabajo. Lo veía muy limpio. Aunque no tenía mucha experiencia en herrería y por eso no le siguió. Me dijo que apenas había salido del Cecati 6; más bien parece que estaba yendo todavía. Me decía que tenía que salir temprano porque iba a estudiar».

-¿Cómo fue su trabajo con él?

-Lo traté muy poco, por qué aquí solo trabajó una semana, que la verdad no terminó porque vio que no la hacía. Más bien, pienso que quería practicar. Cuando dejó de trabajar, una que otra vez me saludaba porque pasaba muy seguido por aquí.

¿Alguna vez pensó que su comportamiento era sospechoso?

-No, nunca. Aunque, la verdad, es ocasiones lo veía muy nervioso.

-¿Sabía si tenía amigos?

-No sabría decírselo. Era muy reservado. Muy callado.

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